Psicología y Migración

Espacio de terapia online dirigido a personas que han emigrado o están por hacerlo.
La modalidad es Online, para que puedas sostener tu proceso desde cualquier parte del mundo.

Toda migración es un proceso movilizante, en el que emergen distintas emociones y se atraviesan crisis personales y duelos.
Acompaño cada recorrido desde mi mirada profesional como terapeuta, pero también desde mi propia experiencia como migrante.

Sobre Migrar

Aunque hayas elegido hacerlo, vivir la experiencia de migrar —ir en busca o al encuentro de aquello que motivó tu decisión— es profundamente transformador.
La vida tal como la conocíamos marca un punto de inflexión, y todo nuestro psiquismo empieza a atravesar cambios: hábitos cotidianos, rutinas, intereses, afectos.

Los sentimientos propios del desarraigo, en mayor o menor medida, comienzan a hacerse presentes.
Crisis personales, duelos, tristeza, euforia, ansiedad: un manojo de emociones entrelazadas, donde el cuerpo a veces no sabe quedarse en el presente.

Volver a empezar… ¿cómo se hace?
Conocernos en medio de estas emociones es parte del proceso.
Seguramente vivirás momentos de alegría y plenitud, y otros tantos de incertidumbre. Haceles lugar: también son parte, aunque su sostenimiento a veces cueste más.
Cada proceso es subjetivo, atravesado por nuestro contexto y particularidad.

¿Y ahora cómo?

Cuando se migra, se está en constante exposición a lo incierto.
Esa sensación puede traer mucha adrenalina, entusiasmo y también agotamiento.

El sistema nervioso responde a los estímulos desde un estado de hipervigilancia, intentando gestionar todas las nuevas puertas que se abren: personas, vínculos, entornos, trabajos, trámites, sorpresas.
Nuestro psiquismo se adapta a estos cambios, implicando un gran gasto de energía.

La realidad se amplía, porque nuestra perspectiva comienza a integrar nuevas formas de comprender el mundo.
Nos cuestionamos, desarrollamos recursos, y aunque implique desafíos, elegimos salir de la zona de confort.
Esa apertura nos vuelve más flexibles y plásticos frente al cambio.

Este gran proceso nos lleva a experimentar múltiples duelos, a veces de manera simultánea:
cómo éramos antes de irnos, con quién compartíamos, quiénes nos acompañan ahora, qué parte de nuestra esencia permanece, y cuál se transforma.

Surgen nuevas preguntas:
¿Me siento más a gusto?
¿Extraño a mi antiguo —y no tan viejo— yo?

La lejanía trae consigo la sensación constante de extrañar, y el dualismo psíquico de añorar lo que fue mientras intentamos habitar el presente.
Todo se vuelve afectivamente intenso, y estos duelos —o este gran duelo— pueden tener momentos muy dolorosos.

Aparecen sentimientos de angustia, culpa, nostalgia.
Por eso, es importante contar con un espacio terapéutico seguro, donde puedas poner palabras a lo que sentís, registrar tus emociones y comprender cómo canalizarlas.

La terapia nos ayuda a trabajarnos internamente, adquirir herramientas, historizar lo vivido y desarrollar nuevos recursos de afrontamiento, en sintonía con la identidad que vamos construyendo y la versión que elegimos ser.

Duelos y elaboración

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